Salir de Onderas, todo lo que debieron ver. Sus mentes no
estaban preparadas para tanta maldad. El camino hacia la aldea se hizo
tremendamente largo. Las miradas entre el grupo eran mínimas, y las que se
dirigían a Belicia eran del todo oscuras. Nadie, a excepción de Franys, tenía
ninguna interacción con ella.
Tras una semana de camino, lograron divisar la aldea. Se
trataba de una aldea de pocas casas, todas de ellas bajas. Había algún huerto,
y un poco de ganado, pero la aldea se dedicaba sobre todo a la extracción de hierro
de una pequeña mina que se encontraba en su centro. Los aldeanos eran todos
enanos, robustos y poco habladores.
Tras preguntar a varios de ellos, lograron adivinar que un
par de forasteros aparecieron hacía unos días, y que actualmente se alojaban en
la pequeña posada de la aldea, que hacía más las funciones de taberna y de sede
de la asamblea de la aldea. Tras escucharlo, se dirigieron hacia allí.
La posada se componía de una sola estancia con funciones de
comedor, y la cocina, y no tardaron mucho en encontrar a los dos forasteros. Un
caballero de la Luz de tez y pelo moreno, que se encontraba riendo con otros
tres aldeanos, y un hombre que superaba con creces al más alto que hubiesen
conocido hasta el momento. Se acercaron a ellos y Jacluis se presentó.
_ Buenas. Supongo que son ustedes los dos enviados por el
Templo para intentar aclarar lo que ha sucedido por aquí. Nosotros somos los
enviados de Meribdia. Soy Jacluis, Maestro de Espadas. Conmigo vienen Librella,
hechicera de fuego; Anisa, novicia del templo; Marsys y Tatoth, representantes
del pueblo orco; Luura, una druida del Círculo; y Franys y Belicia, expertos
botánicos.
Tras esto, todo el grupo le miró de forma extraña. Librella
se acercó a él y le susurró_ ¿Desde cuando sabes mentir tan bien? _ La
respuesta del guerrero fue una mirada jocosa.
_ Así que por fin llegáis _ Dijo el caballero _ Esperaba a
un par de personas, pero no a todo un pelotón. Por desgracia, habéis perdido el
tiempo, como nosotros. La historia no es tan interesante como creeríais. Parece
ser que un aldeano se encontró con algunas plantas desconocidas por estos
lares. Tras tocarlas, entró en un profundo sueño, por lo que todos aquí
creyeron que estaba muerto. Pero tras pasar los días, el cuerpo no se
corrompía, por lo que no podía ser devuelto a la tierra siguiendo el rito
enano. Por eso se pusieron en contacto con el Templo. Pero todo ha sido un
malentendido. Con el tiempo el enano despertó, vivito y coleando. Nosotros
esperamos a que llegasen ustedes, pero se han demorado más de lo que creíamos.
_ Lo lamentamos, pero hemos tenido algunos contratiempos que
nos han retrasado más de lo debido _ Dijo Anisa _ Aun así, me entristece que
este viaje haya sido en vano. Todo el mundo se está hundiendo en la muerte y la
sombra, y creí de veras que podríamos marcar una diferencia. Pero por
desgracia, la única diferencia que podremos marcar será la de morir más tarde
de lo que imaginábamos.
_ Tirius ¿De qué habla esta chica? A mi me contrató el
templo como guía, no para morir de forma terrible ni nada por el estilo. No me
han pagado para luchar. Soy un contratista, y tengo un contrato.
_ No te preocupes, no sé que pasará, pero cobrarás por todo.
_ Dijo mirando al grandullón. Tras estó, fijó su mirada en Anisa _ Soy Tirius,
por cierto, Caballero de la Luz. Este grandullón de aquí es Ruul, experto
contratado por el Templo para guiarme por este sistema montañoso y laberíntico.
Aun así, hermosa flor, no todo está perdido. Aquí mis nuevos amigos me estaban
contando cosas sobre una especie de maldición, o sombra, que ha sido vista
últimamente rodeando el Bosque Sombrío, y adentrándose camino de lo que se
supone son las ruinas de la antigua ciudad de Virilia. Cuéntales, amigo. _ Le
dijo a uno de los aldeanos que le rodeaban.
_ No es muy complicado. _ Comenzó el que parecía más viejo
de los tres aldeanos _ Nosotros no solemos tener mucho trato con el resto de las
razas, somos una aldea de orgullosos enanos mineros. Pero por desgracia esta
zona es bastante yerma, y necesitamos alimentarnos. De vez en cuando vienen
mercaderes, y a veces incluso nosotros enviamos algunos a comerciar en Muyabajo
y en las aldeas elfas del norte de las Dentadas. Últimamente se oyen rumores de
un sombra que se dedica a entrar y salir del bosque cuando cree que no se le
ve…
_ Perdone. _ Dijo Librella cortando al enano _ Pero ¿Qué es
un sombra?
_ Un sombra es un enemigo ancestral de los elfos _ Contestó
Luura _ Se dice que es una criatura con forma humana, pero que no puede ser
herido por ninguna arma mortal. Únicamente la magia es capaz de hacerles daño
alguno. Yo nunca he visto a ninguno, pero antaño se ponía como requisito para
entrar al círculo el entregar la cabeza de uno de esos seres. Aunque hace mucho
que no se oyen noticias sobre su paradero, y creíamos que habían sido destruido
todos.
_ Si, bueno, eso mismo _ Dijo el enano _ Si me permiten
continuar. Como iba diciendo, se dice que un sombra entra y sale del bosque a
su antojo. Pero no solo eso. Algunos exploradores y colectores de plantas han
dicho haber visto luces extrañas en dirección a las antiguas ruinas. Y algunos
marineros han explicado lo mismo sobre ellas, que se ven como destellos
verdosos en algunos de los edificios en ruinas de la ciudad abandonada. Eso es
todo lo que se ha dicho.
_ Como veis señores, a lo mejor todo esto puede tener algo
que ver con las cosas esas que decís que se levantan tras morir. _ Dijo Tirius.
En ese momento Franys se levantó de golpe y salió de la
posada. Todos se quedaron mirando, pero la única que se levantó tras él, fue
Luura. Le descubrió a pocos metros de la entrada a la posada, mirando por un
barranco.
_ ¿Qué te sucede? Si no fuese porque es imposible, diría que
te has derretido.
_ Lo que ha contado. _ Dijo el asesino. _ La ciudad de
Virilia que vuelve a estar en funcionamiento. Es imposible. Llevo siglos
deambulando por este maldito mundo buscando una explicación a lo que me
sucedió. Y en tanto tiempo no he logrado encontrar nada. ¿Y ahora resulta que
todo estaba en casa? Me marché de allí, me convertí en este ser asqueroso. Todo
lo que yo era, lo que tenía, estaba en Virilia. Luego los pueblos se
sublevaron, y redujeron Virilia a cenizas. Eso es lo que siempre se ha contado.
Yo me mantuve escondido durante años por miedo, y vergüenza. No pude ni ver por
última vez mi hogar. Me comporté como alguien sin honor. No creo ser capaz de
volver allí, y ver todo lo que no he sido capaz de proteger.
_ Toda la verdad se descubrirá, no te preocupes.
Averiguaremos que es lo que está sucediendo.
_ Gracias elfa. Esta historia parece que está creando
extraños compañeros de camino. _ Dijo Franys, tras lo cual se adentró de nuevo
en la posada, solo para ver a sus compañeros levantándose.
_ Chicos. _ Dijo Jacluis._ Haremos noche aquí y recompondremos
fuerzas. Mañana, al alba, saldremos hacia el Bosque Oscuro. Y visitaremos la
antigua ciudad de Virilia.
Y tras eso, con una extraña mueca en la cara, el guerrero
meribdiano comenzó a subir las escaleras, seguidos por los demás. Y ninguno se
hacía idea de lo que iban a desencadenar con su decisión.
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